Bienvenid@!!!

Bienvenido/a a mi diario, un espacio donde hago "público" lo que antes de la existencia de los blogs sólo podía quedar reservado al ámbito privado, y que gracias a la posibilidad de quedar en el anónimo me atrevo a mostrar.

¿Por qué hacer público lo privado?
Porque siempre quise escribir para un lector que pudiera sentirse identificado, validado y comprendido con mis sentires, porque siempre quise escribir para que otros pudieran sacar provecho de mis experiencias y aprender de mis errores, porque siempre quise compartir pensamientos que de alguna u otra manera pudieran ayudar a otros. Nunca imagine que además pudiera obtener el inmenso beneficio del feedback que la opinión, comentarios, y pensamientos de los lectores me puede otorgar. Lo que invierte un poco lo que pretendía lograr, ya que terminó siendo yo la más beneficiada!

Los blogs han superado mis expectativas entorno a la posibilidad de compartir, le han dado una nueva dimensión.
Espero que de alguna manera puedas llevarte algo de este pequeño espacio que tanto pretende!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuando las horas en la escuela se hacen largas


En estos días que he pasado muchas horas en la escuela de mi hija, (al principio sin demasiado consentimiento de la escuela, hoy con el consentimiento de la psicopedagoga de la misma, que supo comprender la situación) un niño, con una pregunta que me plantea todos los días, me ha producido a la vez mucha ternura y pena.

Al verme en varias ocasiones sentada en un banco junto a los baños(donde paso la mayor parte de mis horas de espera) y yo sonreirle cada vez que pasaba, se animo a lanzarme la pregunta que lo tenía consternado: "¿Cuánto falta para que los niños de primer grado se puedan ir a su casa?" Mire el reloj y le dije"Media hora", a lo que me pregunta de inmediato: "¿Y eso cuanto es?", le contesto"30 minutos", y se me prendió la lamparita de como explicárselo. "¿Que dibujitos miras?", "Discovery Kids", "¿Qué dibujitos de Discovery?", "Lazy Town", "Bueno, entonces faltan dos Lazy Town", le contesto en ese momento pensando que cada episodio tenía una duración de 15 minutos(luego me corregiría mi hija y a partir de ahí fui más precisa, un Lazy Town equivaldría a media hora) Se fue satisfecho con la respuesta.

Al día siguiente a penas me ve me pregunta: "¿Cuantos Lazy Town faltan para que los niños de primero puedan irse a su casa?". Todos los días se repite la pregunta, que cada vez se hace más breve, hoy fue un simple"¿Cuánto falta para que nos vayamos?" La respuesta dibuja una sonrisa o un decepcionado"Ah!" dependiendo de la cantidad de Lazy Town que contenga la respuesta.

Este pequeño niño de cabellera rubia y ondeada, con todo la inocencia de un niño de unos 5 o 6 años, es un reflejo de la espera un poco angustiante que sienten algunos niños para volver a sus casas. No todos los niños lo viven igual, ya que no todos los niños son iguales, lamentablemente la escuela plantea un programa para clones que no existen. Entiendo que para la escuela sea casi una misión imposible considerar la unicidad de cada niño, es evidente que somos los padres que debemos comenzar a cuestionar nuestra forma de educar, en ese proceso me encuentro.

A veces me gustaría cerrar los ojos y hacer oídos sordos...para hacerme la no enterada, suena más fácil, pero POR SUERTE, ese ya no es un camino posible para mi, después que VI Y OÍ, ya no hay marcha atrás. Solo queda la posibilidad de buscar información, cuestionarme, pensar y decidirme por la mejor opción para mi hija. Además de buscar que mi esposo pueda seguir el mismo proceso para poder tener otro par de ojos y oídos que vean y escuchen lo mismo y puedan aportar otros punto de vista y para poder tomar una decisión en conjunto.

En otra entrada les contaré como me fue!

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