Como el cesped en mi ex-jardín lodoso, así me siento, con nuevos bríos y ganas de escribir.
La naturaleza hizo su magia y todo el verde de mi casa reluce, sólo faltaba un poco de paciencia. La naturaleza tiene sus ciclos al igual que las mujeres. Pero la sociedad patriarcal en la que vivimos nos enseña a ser impertinentes con los ritmos naturales, propios(en el caso de nosotras mujeres) y ajenos(en el caso de la naturaleza).
Al observar la variada flora que tengo en mi casa y sus ciclos de crecimiento he aprendido que el tiempo es un factor importante en la vida y que todo tiene sus ciclos, que la muerte y resurrección es parte de la vida y la inmediatez sólo corre en los ritmos del consumo frenético en que los individuos nos hemos sumido en la actualidad.
Como mujer, y como ser viviente inmersa en un planeta viviente, no puedo ser ajena a los ciclos de la naturaleza, mis ritmos, humor y estados anímicos suelen estar influenciados por los ritmos de la naturaleza y las estaciones. Si aprendemos a fluir con ello en vez de empecinarnos por estar desconectados y ajenos al mundo natural que nos rodeo seguramente podremos sacar mayor provecho de cada ciclo y estación, además de poder finalmente encontrar la armonía con nosotros mismos y nuestro entorno.